Las relaciones entre empresario y trabajador son continuas en el día a día de la empresa y a veces pueden llegar a ser bastante complicadas si no se reconducen adecuadamente.
Tanto empresario como trabajador ante un conflicto producido en el seno de la empresa tienen normalmente mucho que ganar y que perder, pues si la relación se rompe: a) desde el punto de vista del empresario no solo le supone prescindir del trabajador más el correspondiente pago de la indemnización o finiquito que le pueda corresponder, sino el prescindir de una persona en la que ha depositado su confianza quizás desde mucho tiempo atrás que le resuelve multitud de asuntos, al que ha formado durante muchos años, y ahora ha de dejar todo esto atrás y volver a empezar, b) desde el punto de vista del trabajador no solo le supone perder su trabajo y sus ingresos mensuales sino también un coste emocional añadido cual es, comenzar la búsqueda activa de empleo, integración en una nueva empresa, incertidumbre, etc.
A veces los pequeños conflictos surgidos en el seno de la empresa entre empresario y trabajador no suponen la ruptura de la relación laboral, pero si suponen el distanciamiento entre ellos, una falta de diálogo, y ello provoca un mal ambiente en el trabajo, que suele llevar ínsita una falta de motivación, que muchas veces desencadena en bajas laborales por depresión, situaciones que afectan irremediablemente al buen funcionamiento de la empresa.